viernes, 27 de mayo de 2011

Corre que te pillo.

Y, ¿qué pasa si te echo de menos? No tiene porqué ser malo. Peor sería que no me acordara de tí. Que lo que pasamos no fuera más que un simple paseo. Un simple entretenimiento para pasar el rato. Y, ahora, entre los días a solas y los llantos a media noche, sigo acordándome de aquellos momentos mágicos. Lo hago. Los recuerdo frecuentemente y es que, aunque duelan, a la vez me hacen sentir viva de nuevo. Me hacen pensar que lo que tuvimos fue bueno. Que a pesar de estar ahora con lágrimas cayendo por mi mejilla, me doy cuenta de lo importante que fue. Que no era consciente de lo importante que eras. Que eres. De lo que ibas siendo día a día para mi. Que creo que es amor lo que siento. Amor no correspondido que con el paso del tiempo se olvidará. O eso creía. Aunque llevo ya un tiempo así. Un largo período de tiempo. Pero mira, dicen que de todo se aprende. Y yo de esto, he aprendido a disfrutar de cada momento como si fuera el último y a no cerrar más puertas. A abrir miles de ventanas, balcones y cristaleras gigantes. Porque yo te quiero a tí, pero ¿y si hay alguien que me quiere a mi? No sé como acabara la historia. Aún así, yo seguiré luchando por ti. Hasta que un día me de cuenta que ya no merece la pena. Por si acaso, que corra el aire por mis ventanales bonitos y tú, cuando te encuentres con fuerzas, vienes y entras. Y si no quieres, no te preocupes. Estaré bien, pues es posible que ya se hayan cerrado. Puede que estén cerradas porque alguien nuevo haya querido hacerlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario