miércoles, 23 de marzo de 2011

Libri.

Hay libros que ya se han usado demasiado y ya no tienen el mismo significado que tenían al principio. Incluso, en mi caso particular, puedes llegar a meterlos en el fondo del cajón o mejor aún, tirarlos al fondo del mar. Luego hay otros más cortos pero que han sido muy intensos y ahí se quedaron, en el recuerdo de tu memoria, en la parte más bonita de ella. Y ahora, lo malo de esto es cuando encuentras un libro nuevo y te enganchas a él como si fuera el último libro habido y por haber en la faz de la Tierra. Y digo que es lo malo porque sigues pasando las páginas y ves que a ti te gusta, te encanta, mucho, pero éste está cansado de que sean siempre las mismas manos quien lo toca y así es como muere la magia. Por eso, por mucho que forre ese precioso libro de pastas duras para que no se estropee, por mucho que lo cuide y lo lleve conmigo como el tesoro más preciado, nada cambiará su forma de pensar. Ni aún dejando los demás libros de lado. Ni aún tirando aquellos ya pasados. Ni aún demostrándole que él es favorito. Ni aún así, la cosa cambiará.

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